top of page

RETIRADA

Foto del escritor: María Fernanda Ortiz ChávezMaría Fernanda Ortiz Chávez

Creí haberme encontrado contigo de nuevo, de forma imprevista, sin planearlo, en el lugar menos esperado, inocentemente pensé que habías llegado para instalarte al menos por un tiempo, intercambiando el disfraz de amigo por el de amante, ilusamente creí que dicha transformación llegaría a alguna parte, aunque no hubiera certeza de a dónde.


Sin darme cuenta comencé a sentir de más, me acostumbré a tu atención, tus abrazos, tu compañía, tu cariño, tus pláticas anecdóticas, tu espacio, tu esencia, tu calor, tu presencia, me acostumbré a ti. Lamentablemente.


De un momento a otro nuestros encuentros esporádicos se volvieron algo constantes, las noches se volvieron largas, el sueño irrelevante, solo existimos en un mismo espacio y tiempo, disfrutando de las cotidianidades del día a día, compartiendo pensamientos en medio de música elegida, a veces solos y algunas otras en compañía. Así pasaron días y noches, hasta que desperté rodeada de ti, te observé a mi lado y detrás de ti una copia del Guernica de Picasso, configuraba la toma perfecta. 


Me despedí sin saber que al poco tiempo comenzaría a sobrarme cama, que me encontraría buscando tus brazos aprisionándome delicadamente por la noche sin encontrarlos, observando el teléfono esperando algún mensaje o señal de vida de tu parte, sin obtener nada más que algunas publicaciones en tus redes sociales. A pesar de ello, yo te seguí buscando, el extrañarte me hacia desear verte, pero aunque yo intentaba hacer un esfuerzo, tú nunca quisiste hacerlo, nunca tenías tiempo, el desinterés que demostrabas me estaba cansando y así poco a poco la balanza comenzó a cargarse solo de un lado, mi lado.


La vulnerabilidad se apoderó de mí, mis inseguridades me perseguían y escuchaba voces en mi cabeza repitiendo una y otra vez lo evidente, aquello que me negaba aceptar; tu ausencia. Tenía que admitirlo, me ilusioné, te empecé a querer, por eso dolía tu indiferencia, la forma en la que comenzaste a ignorarme mientras yo seguía intentando obtener un poco de tu atención, atención que en un inicio la tuve sin haberla pedido.


Hablamos un par de veces, externé lo que pensaba y sentía, por momentos sentí que me estaba volviendo loca, un vació inexplicable se apoderó de mí, la angustia me invadía, me sentí sola, tonta, y sin ganas de seguir buscándote, a pesar de todo aquello que me decías, para mí solo eran palabras vacías porqué tus acciones no coincidían, no había coherencia entre lo que me escribías y lo que hacías, y no pude evitar pensar que las palabras son insignificantes cuando las acciones son dagas que desangran; y yo ya me había desangrado, a pesar de haberlo intentado todo para evitarlo, no me quedaba más que retirarme.


Y no negaré mi tristeza, esta retirada trajo consigo dolor, preguntas, sentimientos angustiantes e indeseables, lágrimas, frustración y coraje, porque no hay palabras que curen o puedan arreglar un vínculo cuando las acciones lo quebrantaron hasta que se rompió por completo. Ahora no habrán más pláticas interminables, no habrá nada que compartir, tal vez vea algo que me recuerde a ti y quiera hablarte, pero no lo haré, porque no seguiré disimulando que no ha pasado nada cuando mi corazón adolorido me ordena alejarme. 


Tal vez esté lastimada, tal vez quisiera que todo fuera diferente, tal vez en este momento esté tan decepcionada y enojada de tu forma de actuar que no quiera volver a verte, pero sé que en algún momento este pesar se alejará como tú lo hiciste, quitándome ese peso que no debía de cargar y dejándome respirar. 


Porque es cierto lo que me dijo un amigo alguna vez, existimos personas que somos mucho y la gente no sabe que hacer con tanto. Pero eso no significa que nos tengamos que conformar con las migajas que alguien nos quiera dar.

29 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

コメント


© 2022 Creado por María Fernanda Ortiz Chávez con Wix.com

bottom of page